lunes, 14 de enero de 2013

Discos que me salen: Chameleon



Helloween, banda de Heavy Metal al uso formada a principios de los 80, tras cosechar enorme éxito con sus discos “Keeper of the seven keys pt 1 y 2”, vieron como Kai Hansen, uno de los principales compositores del grupo, se marchaba, según él, cansado de los abusos de la discográfica. La banda, con un nuevo guitarrista, sacarían el “Pink bubbles…”, un buen disco que siempre ha estado menospreciado por no llegar a la altura de sus antecesores y ya en 1993 sacaron a la luz este Chameleon, uno de los  discos más odiados de la historia de este género musical. 

En él, tras una primera canción que si podría augurar algo bueno, aparecían una serie de temas flojos, descoloridos, sin esa velocidad y fuerza que definían a la banda hasta el momento;  Jugueteando con el rock, el blues y algo de jazz, el álbum entero sonaba a un “quiero y no puedo”, y a pesar de que tuvo una buena acogida en Japón (hay que destacar que allí les gusta todo), en Europa la cosa fue sonada; Les caían críticas horribles por todos lados y los fans clamaban justicia al cielo. Como no podía ser de otra manera la cosa terminó mal. Michael Kikske (cantante) decidió marcharse, o quizás debería decir quedarse en Japón buscándose la vida en solitario, Ingo (batería), acabaría suicidándose por motivos que no vienen a cuento y Helloween, o lo que quedaba de la banda, con el futuro pendiendo de un hilo.

Pero Michael Weikath, guitarrista y miembro fundador del grupo, tras cansarse de repetir que lo del Chameleon fue culpa del cantante que ni era jevi ni era ná y de la discográfica que manipuló vilmente el proceso de composición y grabación, toma el timón de la banda para evitar su hundimiento, se hace con un nuevo vocalista y batería (esté último ex miembro de Gamma Ray, banda de Kai Hansen, el que se marchó al principio) y saca un nuevo disco regresando a sus inicios de rock duro, velocidad y fuerza. Un disco que cierra con la frase “Still we go, on the metal highway” (Seguimos ahí, en la autopista del metal), para confirmar que con él al mando, la cosa no volvería a torcerse.

Pero esta historia no termina aquí. Si, sería heroico y precioso pensar que Helloween superó esa turbulencia “chameleonica” con honor y que sus miembros no quedaron mancillados por los sonidos comerciales, pero no. En el año 2006, la antigua discográfica de la banda decide sacarse unas pelillas reeditando algunos de sus discos, y el Chameleon no solo estaba en la lista, sino que incluía un segundo CD con los temas inéditos que quedaron fuera del disco definitivo. Y ese CD da que pensar, ya que lejos de ofrecer las típicas canciones de relleno, de escasa calidad o grabadas de cualquier manera, incluye varios temas de buen rock n roll, comercial, facilón, pero de calidad al fin y al cabo, además de un tema instrumental en clave de blues- jazz que demuestra que la banda estuvo unida ensayando, tocando y grabando esas canciones.

Y eso me da que pensar si el bueno de Weikath, lejos de ese “Me obligaron a hacerlo, nunca había grabado un disco con tan pocas ganas”, no se habría dejado seducir por promesas de éxito en el país del Sol Naciente. Quizás se había dejado convencer de que era necesario un giro musical, de que había llegado el momento de dejar de gritar y ponerse a tocar como verdaderos músicos y así, imaginándose en unos baños japoneses rodeado de bellas geishas, había puesto todo su empeño en un proyecto que no dudó en rechazar cuando las cosas se le pusieron feas.

Sé lo que pensareis, fieles devotos del metal; Que un verdadero hijo del metal que lleva varias décadas liderando una de las bandas más aclamadas del género nunca se vende. Pero pensad por un momento que quizás el Chameleon no fue un “Quiero y no puedo” sino un “Puedo, pero no me da la gana”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario