martes, 5 de enero de 2010

En nuestros tiempos mozos, a pesar de la rebosante imaginación y la poca exigencia de calidad a las partidas que jugabamos, había momentos en los que nos quedabamos en blanco y nos veíamos obligados a dirigir/jugar partidas insulsas o con esa sensación fea a "deja-vu". Pero por suerte, un dia descubrimos la maravillosa revista Dragón.
"La Dragón" como la llamaba todo el mundo, tenía artículos que nos hacían sentir interesantes al leerlos; varias secciones de cartas de lectores que preguntaban dudas, proponían ideas o simplemente anunciaban orgullosos sus clubes, lo cual nos hacía sentir menos solos; y esa apreciada publicidad y venta por catálogo que a los roleros de pueblo que vivíamos a años-luz de las librerias especializadas nos informaban y ponian a nuestro alcance los nuevos productos.
Pero lo mejor, mejor, mejor... eran los módulos preparados para jugar.
Esas aventurillas que a veces no tenían demasiada calidad o gracia nos hacían especial ilusión porque eran algo que venía "de fuera"; Más allá del almacén donde jugabamos, debajo de la casa de uno de nosotros parecía que el rol era algo ajeno e inexistente, pero la Dragón lo llevaba hasta nosotros.
El respeto a ese producto venido de la librería nos inspiraba tal respeto que una vez sentados en la mesa, si el master decía la frase "Esta es de La Dragón" nos poniamos firmes y la disfrutabamos como si de un manjar rolero se tratara. Esas partidas no tenían fallos (y si los tenían por lo menos no eran culpa nuestra) y si alguien se la perdía se arrepentía para siempre, porque habíamos jugado una de "La dragón" y eso era todo un acontecimiento.
Desgraciadamente "la Dragón" también acabó dandonos quebraderos de cabeza. la periodicidad no se ajustaba a nuestro ritmo de juego (debería haber salido una cada dos dias) y si tenemos en cuenta que eramos cuatro masters de Dungeons&Dragons, las disputas sobre quien debía comprar la revista y dirigir la partida no tardaron en aparecer. Algunas veces la misma partida anunciaba en qué escenario de campaña debía jugarse y en ese caso no había problemas, pero en la mayoría de los casos no era asi y el follón estaba servido.
A pesar de todo, la Dragón nos proporcionó horas de juego y montones de información. Aunque, me consta que no llegaba ni a la suela de los zapatos de la LIDER, revista que desgraciadamente, no tuve el placer de conocer en su dia, más que por ejemplares ajenos que apenas se paraban en mis manos.

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